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Hace poco alguien puso esta imagen en mi muro de Facebook con un mensaje que decía, si sabes que es esto, es que ya tienes unos años.

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Abrefácil

Este fue el primer sistema de «abrefácil» para latas, antes de las actuales, en las que simplemente tiramos de una anilla.

Las latas de anchoas , atún y otras, venían con ese artilugio, la lata tenía una pequeña solapa que se metía en la ranura que tiene en el vástago y luego simplemente se hacía girar, la tapa de la lata se iba enrollando en el vástago.

Abrir latas así era mucho más fácil y seguro, era imposible cortarse y con el sistema de anilla me he cortado un par de veces y la tapa, una vez abierta, es como una cuchilla, así que incluso depositada en el cubo de basura es peligrosa.

Además, es realmente fácil mancharse, porque al hundir la anilla salpica y al terminar se sacar la tapa, se comporta como un muelle y hace volar el líquido como un aspersor.

¿Por qué dejaron entonces de usar este sistema si era mejor?

Sospecho que simplemente era más caro, aunque muchos teníamos esos artilugios guardados con los cubiertos por si la lata no lo traía o se perdía, teníamos unos mucho más grandes con los que se hacía más palanca que vendían en cualquier ferretería, y para sacarlos después de abrir la lata, girabas en sentido contrario y salían con facilidad.

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Lata con abrefácil

Personalmente siempre consideré un atraso el cambio del abrefácil al sistema de anilla. No siempre lo nuevo es mejor, pero los más jóvenes ni sospechaban que este sistema existiera.

Por lo mismo, otras tecnologías nuevas están haciendo que el mundo funcione peor, los envases no reciclables son otro ejemplo, hace años comprábamos los refrescos y las cervezas en botellas de vidrio, no existían las latas de aluminio, cuando bebíamos el contenido, le llevábamos los envases vacíos al bodeguero y nos pagaba por ellos, nunca iban a la basura, porque siempre había un niño dispuesto a recogerlos y llevarlos para sacarse unos céntimos.

El agua mineral la recibíamos en grandes garrafas de vidrio, cuando se gastaba, al traer la nueva garrafa se llevaban la que estaba vacía, por lo que sólo pagábamos por el vidrio una vez y nada iba a la basura.

La leche igual, llegaba en envases de vidrio en una cestita y al traer el siguiente pedido de leche se llevaban las botellas vacías.

Ahora resulta que hay islas de plástico flotando en el océano y nos preguntamos por qué se contamina el planeta.

Pues al parecer por avaricia, porque sale más barato usar envases no reciclables que recoger los envases usados para lavarlos, pero eso es porque las empresas no pagan el coste real de la contaminación y reciclado de envases.

En menos de una generación hemos olvidado que hace bien poco, simplemente éramos más ecológicos en muchos sentidos y que las latas eran más fáciles de abrir, pero no es lo único que hemos olvidado, los de mi generación y posteriores, olvidamos lo que nuestros padres si recordaban, la guerra y la postguerra.

Ellos no abrían permitido las violaciones y abusos de los derechos humanos y de los trabajadores que se hacen hoy en nombre del liberalismo económico, porque venían de las consecuencias de esos abusos.

El filósofo Jorge Santayana dijo, «Quien olvida su historia está condenado a repetirla».Por eso es tan importante estudiar la historia, porque es una inyección de experiencia.

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